miércoles, 11 de enero de 2012

Si bien todos esperamos con gran ansiedad la llegada de las vacaciones, muchas veces por los ritmos actuales que se viven hoy en las grandes ciudades, no siempre es fácil lograr descansar, desacelerarnos, etc. Proponemos un artículo aparecido en el nº 485 en CN Revista
En tiempo de vacaciones

Lo difícil es descansar


Por: 
A veces, las vacaciones se convierten en una nueva causa de estrés. Qué valor le damos al descanso en la sociedad actual, cómo relajarse allí donde estemos.
Claves
-El descanso es fundamental para funcionar efectivamente y desarrollar pensamientos creativos e innovadores, tanto para la vida personal como profesional.
-Aunque no podamos salir de vacaciones, es necesario relajarse para recuperar fuerzas.
-Este período es también una oportunidad para que los integrantes de la familia se relacionen de otra manera, con actividades conjuntas y por separado.
No hay fórmulas mágicas: cada receso puede ser distinto, aunque estemos en el mismo lugar. Sin embargo, las miradas son múltiples. Están los que no pueden desvincularse del trabajo y sienten que el celular es una extensión de su escritorio en la playa. O quienes se toman vacaciones de su puesto habitual para asumir un trabajo temporal. “Cuando tenga una mayor estabilidad económica me voy a tomar vacaciones en serio. Por ahora me conviene hacer el esfuerzo y ahorrar”, dice Valeria (28). Como ella, muchos trabajadores por cuenta propia se autodefinen como “exentos de vacaciones”. Otros se limitan a visitar a sus familias en algún destino turístico cercano durante los fines de semana. ¿Las causas? Presión económica y expectativas propias y de sus clientes. A su vez, muchos empleados sienten que pedir los días de descanso puede ser interpretado como una falta de interés. “Trabajo primero, descanso después” parece ser el lema. Detrás de estas decisiones puede haber perfeccionismo extremo, incapacidad para delegar, falta de perspectiva y hasta adicción al trabajo. No es casual que en países como Estados Unidos, Australia y China las vacaciones no sean obligatorias. En esa línea, según Colin Clark, consultor para la Organización Mundial del Turismo, si bien los futuristas imaginaban un mundo en el que los rigores del trabajo cederían paso al ocio, hasta ahora, los efectos combinados de la globalización, la liberalización económica y el progreso tecnológico dicen que el tiempo libre es cada vez más escaso.
Sin embargo, cumplir “en piloto automático” afecta las habilidades e impide sentirse realizado. El éxito y la satisfacción dependen de la conexión que tengamos con nuestros deseos y logros. Si nos dejamos consumir por la rutina aparecen síntomas adversos a las relaciones personales. Por eso, es saludable tomar las vacaciones como parte de las recompensas que todo trabajador merece. El descanso y la relajación son fundamentales para ser efectivos y en especial para ser creativos e innovadores, en todo ámbito. “No me cuesta pedir los días, pero muchas veces siento culpa y pienso si me estoy yendo en el momento oportuno, aunque sé que los merezco y me corresponden. Pero cuando me conecto con la playa, me olvido de todo. Y si me tengo que quedar en casa, para mí también son vacaciones”, afirma Pablo.
Chicos sin guardapolvo
Cuando terminan las clases, la vida cotidiana de la familia se modifica y hay que tratar de que ese tiempo sea beneficioso para todos. La mejor estrategia es planificar en familia cómo armar un calendario que satisfaga a cada uno, y que tanto los padres como los chicos puedan ceder algunos deseos y cumplir otros. Los chicos se pueden sumar a las tareas del hogar, como las compras, ordenar sus cuartos, poner la mesa o lavar los platos. Ellos aprenden, empiezan a organizar sus tiempos y se entretienen. “También es bueno transmitirles que una salida o un viaje no son sinónimos de consumo: un paseo en bicicleta puede ser tanto o más divertido que tomar un helado. Además, es importante disfrutar de conversaciones que se enfoquen en otras experiencias fuera del desempeño escolar o el trabajo” sugiere una mamá.
Para los que se pueden permitir salir de vacaciones, ayuda planificarlas en familia. Aunque no se haga todo lo que los chicos quieren, se habrá fomentado la comunicación en la toma de decisiones y el acuerdo mutuo. Otra sugerencia: no es necesario compartir todas las actividades. Si las mujeres prefieren dar un paseo y los varones el fútbol, podrán luego contarse cómo le fue a cada uno.
Gabriela recuerda: “Tenía 16 años cuando con seis amigas tuvimos la idea de irnos solas a Pinamar. Fue tan ardua la negociación familiar que terminamos aceptando la compañía de dos mamás. En 15 días nos dieron permiso para ir a bailar sólo cuatro veces. No fue una gran experiencia, porque hubo muchas peleas. Recién dos años después fui en carpa con otros tres amigos al norte y fue inolvidable. Creo que estaba más madura para negociar lo que quería”. En la actualidad, las primeras vacaciones con amigos, que empiezan a reclamarse cerca de los 15 años pero se dan algunos veranos después, suelen ser un primer paso de independencia y de definición de la personalidad. Es un período en el que el joven pone en evidencia sus valores, sus deseos y generalmente se descubre como portavoz de las conductas aprendidas con su familia. Los padres experimentan miedos lógicos, pero esto no tiene por qué suceder si el adolescente es maduro afectivamente y conoce de límites. A su regreso, los padres notarán que sus hijos han dado pasos en la definición de su personalidad y en el manejo de parte de su economía, entre otros aspectos.
Tiempo de libertad
Para Liliana “cada descanso es tiempo merecido que me permite estar relajada para disfrutar con amigas si me voy con ellas, o con mi hija y mis nietos. Además, recuerdo cosas como las charlas con mis padres... Al volver me siento con ganas de seguir la vida cotidiana con mucha energía”.
Aprender a disfrutar del ocio, pensar en los objetivos personales más allá de los balances productivos y sincerarse con los afectos son algunas de las metas recomendables para este período. A menudo, el trabajo compite con el descanso para ver cuál gana más espacios. Pero si entendemos las vacaciones como fuente de experiencias y de sabiduría, en la que buscamos una conexión mayor con los demás, creceremos como personas y esa ganancia nos hará sentir plenos. Alcanzar consensos es la llave que abre la puerta de un descanso en plenitud, un tiempo precioso.
Una opción diferente
El turismo solidario nos ofrece un nuevo paisaje, aquel que conforma la gente. El destino es la “comunidad”, con su cultura y su entorno. Es un turismo en el cual todos somos protagonistas y nos permite transitar una nueva dimensión, que es la del conocimiento recíproco y el diálogo, que podríamos expresar con la palabra “acogida”.
No requiere explícitamente que se realice alguna acción precisa para contribuir al desarrollo de la comunidad. La simple intervención de servicios prestados en sectores menos desarrollados, siendo las comunidades locales anfitrionas, es ya una acción.
La calidad de este encuentro se funda en la conciencia que tenemos de la propia identidad, de la cultura a la cual pertenecemos, de nuestros valores, del patrimonio que albergamos y en especial de la preparación, apertura y disposición de entrar en esa dinámica. El recurso natural es esencial en este intercambio: el paisaje humano crece, se descubren nuevos colores y formas, se establece un contacto directo con la naturaleza y aprendemos nuevos modos de vivir y sentir, con la conciencia de preservar el equilibrio local.
Paula Renata González, licenciada en Turismo
Todos los días debemos descansar
Muchas veces esperamos recuperar fuerzas sólo en las vacaciones, cuando el descanso debería formar parte de nuestra vida cotidiana. Si estamos corriendo detrás de las cosas, debemos revisar nuestro estilo de vida. Un primer cambio posible es encontrar algún espacio para nosotros, como ese amigo que disfrutaba regando las plantas del fondo de su casa. El descanso no es una pérdida de tiempo. Por el contrario, pensar eso puede costarnos muy caro, sobre todo si quedamos enredados en las tensiones familiares o laborales. En los consultorios a menudo se escucha: “No tengo espacio para mí”. Hay una incapacidad de concretar actividades ligadas al desenchufe y la creatividad.
Nuestra dificultad es mantener la continuidad. Involucrar a los demás en nuestras actividades, pedir consejo, nos ayudará luego a mantener nuestro compromiso de descansar en serio.
Aprender a vivir bien el presente, si es posible desde el disfrute hasta de las tareas laborales. Concentrémonos en realizar bien esa tarea, sin mirar el reloj, sin estar con la cabeza en otro lado. Se trabaja mejor y nos cansamos menos.
El juego es clave incluso en la vida adulta: un partido de ajedrez, de truco, de dominó, pintar, hacer palabras cruzadas, aprender a bailar, en suma, realizar algo distinto y placentero. Por supuesto, también una actividad deportiva ayuda, aunque sea caminar o practicar cinco minutos diarios de bicicleta.
También es importante dar espacio a la interioridad. Dedicar unos minutos a la meditación hace que ganemos un espacio interior nuevo, que nos conectemos con nosotros y los demás, con nuestra vida espiritual, con la dimensión trascendente.
Marcelo Fullone, psicólogo

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